Contenta. Por fin he podido volver a poner en práctica el glaseado en galleta y sobre todo, pintar. Me relaja y me motiva, al margen del resultado. Reconozco que pintar, se puede pensar que es lo mismo que hacerlo sobre papel; pero no. La pintura comestible no "corre" igual que la acuarela, por ejemplo, y no es lo mismo la glasa que el papel. Si descuidas lo cargado del pincel, la humedad se puede cargar la glasa, hacer incluso agujeros en ella, o como poco, perder el pulido que tiene al empezar.
Otra cosa importante que quería era conseguir una gama de colores que uniese todas las piezas sin perder la esencia de lo que era cada una, colores otoñales. Y se consigue mezclando, no penséis que por no tener tooodos los botes de pintura comestible que existen en el mercado no se puede conseguir el color que quieres, se puede. O aproximarse mucho.
Si que hay colores que hay que tener, el dark brown de Sugarflair es uno de ellos, y los básicos de la misma marca, extra white, extra red y extra black. Encuentro mucha diferencia de tonalidad entre Sugarflair y Wilton, me gusta mucho más la primera porque los colores de Wilton son muy planos y me dan menos juego. Pero como siempre, para gustos los colores.
Preparadas para su envío.
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