Una tarta diferente, sin fondant. Aprovechando que en marzo aún hace fresco (si marzo, ya dije que llevo retraso) decidí hacer una tarta decorada pero dejando a un lado el fondant. Para no mentir, la idea primera no fué hacer una tarta, si no llevar de regalo de cumpleaños unas galletas de erizo como guiño a la nueva mascota de mi sobrina.
Primera prueba a superar: No tengo cortador de erizo.
Opciones: 1- Comprar uno.
o
2- Buscarme la vida.
La opción 1 realmente no era una opción porque ¿cuantas veces voy a hacer galletas de erizo? y ¿que ocurre si quiero hacer varios tamaños? ¿compro dos o tres? Tenía en mente hacer una mamá erizo y una camada grande de erizos, en mi cabeza eran adorables, que os voy a decir. ¿De verdad quiero seguir añadiendo más cortadores a mi colección? Bueno, esto era un si, pero tengo que resistirme porque el espacio es cada vez un problema mayor.
Una vez analizados los pros y contras, (me llevó poco tiempo) pensé que podía utilizar cortadores que ya tenía de una manera diferente. Y fué fácil, porque usé unos cilindros de emplatar de dos tamaños diferentes, ni siquiera cortadores. Con el mayor corté un círculo, con el mismo recorté parte para hacer la galleta un poco más ovalada, y con el pequeño quité un poco en la base para hacer la forma entre las patitas.
La decoración de las galletas está hecha con glasa (cuerpo y nariz) y chocolate (las púas). Reconozco que las púas me dieron trabajo, porque no se mantenían como yo quería, por lo que terminé dando pequeños golpecitos al chocolate cuando estaba casi frío para que quedase lo bastante irregular como para que recordara las púas. Me gustó el resultado. Es cierto que en casa se rieron porque alguno de los erizos tenía un cierto parecido con los Beatles, pero que más quieres, UN DOS POR UNO. Lo importante es que, como regalo de cumpleaños, triunfaron.
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